Santiago es un joven soñador que se convirtió en pastor para poder hacer lo que más le gustaba: viajar. Con sus ovejas recorre los campos de Andalucía hasta que una noche, durmiendo en una iglesia en ruinas bajo un cielo salpicado de estrellas, se le repite un sueño que ya había tenido.
Este sueño lo transportaba a las pirámides de Egipto donde descubría un tesoro. Inquieto por este sueño repetido, lo consulta a una adivina para encontrar una posible interpretación. Sin embargo, la única respuesta que recibe es que debe viajar a Egipto a buscar ese tesoro. Esta respuesta no convence a Santiago.
Más tarde, y en el mismo pueblo donde había consultado a la adivina, encuentra un viejo que dice ser un rey. Después de unos minutos de conversación, Santiago descubre sorprendido como este viejo conoce toda su vida, sus sueños y sus deseos. Este hecho hace que Santiago decida creer a este supuesto rey y viaje a Egipto a seguir su destino y a intentar hacer realidad su sueño.
Portada del libro El Alquimista, escrito por Pablo Coelho
Para hacer realidad este sueño debe apostar fuerte. Vende las ovejas para tener dinero para realizar el viaje. Excesivamente honrado y confiado se deja robar el dinero al principio de su viaje. Pero esta traición no lo desanima.
Encuentra trabajo en una tienda de cristales. Con entusiasmo e ideas consigue mejorar los ingresos del negocio. Gana dinero y hace que el propietario también gane. Con este dinero emprende un arriesgado viaje por un desierto en guerra donde un compañero de viaje, estudiante de alquimia, le llevará involuntariamente a encontrar a un sabio alquimista. Este Alquimista le enseñará lo que tendrá que saber para encontrar el tesoro.
Un viaje por el desierto que lo llevará a sentir la belleza del amor intenso, a aprender a seguir las señales que la naturaleza le muestra y a aprender a comunicarse con el mundo mediante el único lenguaje que lo hace posible: el del amor.
Significado del Título
La alquimia consistía en el conjunto de técnicas con las que se pretendía transformar, o mejor dicho, evolucionar metales como el plomo o el hierro hasta que éstos se conviertan en oro.
Se querían transformar en oro porque se creía que este metal era el más evolucionado de todos. Y esta evolución sólo era posible mediante la ayuda de la piedra filosofal que, obviamente, había que encontrar antes.
El alquimista era aquel que había logrado encontrar la piedra filosofal y era capaz, por tanto, de evolucionar la materia hasta su estado óptimo: el oro.
Como he dicho, la alquimia pretende evolucionar materia. Este concepto de evolución de materia o alquimia es trasladado metafóricamente durante el libro al plano espiritual en el sentido de evolución personal.
Al igual que un alquimista que sueña en convertir el plomo en oro, Santiago busca hacer realidad su sueño, encontrar su tesoro. Y para ello comienza un viaje que le lleva a atravesar un desierto en guerra, un entorno hostil que lo hará evolucionar y crecer como persona.
Encontrará su tesoro de la misma manera que el Alquimista consigue transformar plomo en oro: evolucionando él mismo. Y por supuesto, el amor por Fátima, una mujer del desierto que conoce en su camino, le ayudará.
A nivel espiritual y/o personal lo que hace evolucionar el mundo y la vida es el amor. El amor es la piedra filosofal que hace que cada persona sea mejor de lo que es, porque cuando se ama, siempre deseamos evolucionar y convertirnos en mejores de lo que somos.
El amor es la piedra filosofal que hace evolucionar las personas o, mejor dicho, el alma de las personas. Y cuando procuramos ser mejores de lo que somos, mejora todo lo que tenemos a nuestro alrededor, de la misma manera que la piedra filosofal mejora el plomo cuando se mezcla con él transformándolo en oro.
El Alquimista tiene que aprender, tiene que mejorar, tiene que convertirse en sabio y dominar la alquimia. En definitiva, debe evolucionar él mismo a la vez que intenta evolucionar el plomo.
Del mismo modo, cuando amamos deseamos evolucionar, es decir, ser mejores de lo que somos, y también deseamos que todo lo que tenemos a nuestro alrededor evolucione, se convierta en mejor.
Y lo conseguimos hacer evolucionar porque el amor es la fuerza que lo mueve todo, que lo evoluciona todo. Como se dice en el libro, el amor no es estar parado como el desierto ni verlo todo desde lejos como el sol. El amor es sobre todo acción, es voluntad. Y que la tierra donde vivimos sea mejor o peor depende de si nosotros somos mejores o peores. Es aquí donde se manifiesta la fuerza del amor porque, insisto, cuando amamos, siempre deseamos ser mejores de lo que somos.
El Lenguaje del Mundo
Santiago intenta evolucionar, intenta hacer realidad los sueños a los que sus sentimientos le empujan y vivir haciendo lo que le gusta: viajar.
Y para ello deberá aprender y utilizar el lenguaje del mundo, un lenguaje que todo el mundo comprende, un lenguaje que le permitirá ser más sensible a las señales que el mundo le mostrará. Señales que le guiarán hacia su objetivo.
Como se dice en el libro: "Este lenguaje es el del entusiasmo, el de las cosas hechas con amor, con ilusión y con ganas". Y es el lenguaje que expresan los ojos cuando se mira con el corazón.
Cuando se mira con el corazón, uno se comunica con toda forma de vida, se comunica con la naturaleza, se comunica con lo que ve, se comunica con todo lo que le rodea. Cuando se mira así, se mira con confianza, se mira sin miedo, se mira abiertamente, con los sentidos plenamente entregados y totalmente predispuestos a escuchar, ver, sentir y entender lo que el mundo nos quiere mostrar.
Y cuando se mira así se pueden atravesar las barreras materiales y de los prejuicios hasta llegar a ver lo que no pueden ver los ojos: la belleza y el esplendor de la vida existente dentro de cada ser vivo, y a sentir la belleza de todo lo que la naturaleza nos ofrece, la belleza del mar, del cielo, del sol, de las montañas, de las nubes, la belleza de todo objeto de la evolución y que ha tardado tanto en crearse.
Santiago deberá aprender a escuchar sus sentimientos para ser capaz de controlarlos. Deberá aprender que no se pueden reprimir e ir contra ellos y que se debe llegar a conocerlos bien para aprender a gestionarlos.
Cuando sea capaz, podrá evitar que lo superen y lo desestabilicen. En ese momento, cuando consigue no estar ocupado en reprimir su sentimiento de miedo al fracaso, libera su mente y su espíritu haciéndolos capaces de penetrar más profundamente en el mundo y haciéndolos más sensibles a los tesoros que el mundo nos esconde.
Y es entonces cuando conseguimos liberar todo el amor que nuestro corazón es capaz de generar. Este amor brota con toda su fuerza haciéndonos capaces de ver cosas que nuestros ojos no pueden, de comunicar cosas que nuestras palabras no pueden y de fusionarse de manera natural con todo lo que nos transmite vida y belleza, obteniendo y extrayendo toda la energía que se necesita para alcanzar los sueños.
Amor y Sueños
Camino de su tesoro, Santiago encuentra a Fátima, una chica del desierto de quien se enamora sólo verla. En este momento, Santiago desea abandonar su viaje para permanecer con ella. Y lo desea por miedo a no volver o que ella no esté cuando vuelva.
Este momento en que Santiago encuentra a Fátima por primera vez se explica así: "Entonces, pareció como si el tiempo se parase y el alma del mundo surge con toda su fuerza delante del chico. Cuando le vio aquellos ojos tan negros y los labios indecisos entre una sonrisa y el silencio, comprendió la parte más importante y más sabia del lenguaje que hablaba el mundo, y que todas las personas de la tierra eran capaces de entender con el corazón. A esto le llaman amor y es algo más antiguo que los hombres y que el mismo desierto. Sin embargo, resurge siempre con la misma fuerza en cualquier lugar en que se crucen dos pares de ojos ".
En el entorno poco hostil de los pastos andaluces, los pastores casados, les costaba mucho convencer a las esposas que era necesario que salieran a pastar por los campos. El amor exigía estar cerca de la persona amada.
Por eso Santiago no comprendía el amor sin el sentimiento de posesión. Serán primero Fátima y luego su maestro Alquimista, dos personas curtidas por el desierto, lods que le harán cambiar esta visión del amor.
Así el Alquimista le hace ver que el amor no impide a ningún hombre luchar por sus sueños. Si esto ocurre es que no era un amor auténtico. Y es que cuando quieres bien a una persona, lo que quieres es que esta persona crezca, que alcance sus sueños, es decir, que evolucione y que mejore, que sea feliz evolucionando y desarrollando libremente toda su personalidad.
En esta misma línea, Fátima le cuenta a Santiago que: "Desde pequeña yo soñaba que el desierto me llevaría el regalo mas grande de mi vida. Finalmente el regalo ha llegado: eres tú. Me has hablado de tus sueños y las señales. Entonces no temo nada, porque han sido estas señales las que te han hecho llegar a mí. Y yo soy parte de tu sueño. Por eso quiero que vayas en dirección a lo que venías a buscar. El viento cambia la forma de las dunas, pero el desierto continua en el mismo lugar. nuestro amor seguirá igual. Si formo parte de tu leyenda, algún día volverás".
A estas palabras Fátima añade: "Soy una mujer del desierto y eso me hace sentir orgullosa. Quiero que mi hombre también ande libre como el viento que mueve las dunas. Y también quiero ver a mi hombre en las nubes, los animales y el agua". Antes de reanudar su viaje hacia las Pirámides en busca de su tesoro, el libro nos cuenta que Santiago: "Aprovechó para dar las gracias por estar lleno de amor por una mujer. Cuando amas, las cosas aún tienen mas sentido".
Y es que como se dice en el libro: "Sin el amor los sueños de la raza humana no tendrían ningún sentido".
Conclusión
Sirviéndose de una historia bonita y sencilla y de personajes honestos y entrañables, y utilizando un paralelismo con la Alquimia, Coelho explica perfectamente en qué consiste el amor y la manera de vivir que puede llevar a la felicidad.
Transmite además valores de sabiduría, honradez, tenacidad, coraje y amor. Es quizás demasiado idealista y optimista. Es cierto que hay que intentar hacer realidad todos los sueños y luchar con intensidad para hacerlos posibles, pero siendo siempre consciente de lo que se está intentando conseguir, de su dificultad y de las posibles limitaciones de cada uno.
No sólo por nuestra ilusión se harán realidad nuestros sueños. Hay que ser consciente de lo que es o no posible y aceptar que no siempre se puede conseguir todo lo que cada uno se propone.